Vaya al Contenido

SEMBRAR AMOR Y CARLOS SORIA

La tonta la loma
Publicado de en Sea · 27 Mayo 2023
Es domingo, 27 de mayo, y me despierto pensando en Carlos Soria, ese perfecto y
entrañable desconocido ¿Podrían operarlo ayer de la pierna rota? ¿Habrá ido bien?
¿Podrá continuar enseñándonos a caminar? Está deseando operarlo, dicen, un amigo
cirujano asombrado con lo que una persona puede hacer con su oportunidad para intentar
ofrecerle otra, porque le puso una prótesis de rodilla y el tío se fue a caminar por todo lo
alto. Me declaro fan de este hombre chiquinín, de 84 años, reducido ahora a unos 53
kilos, con su cara de enanito gruñón y mirada vivaracha y divertida. Seguramente será un
juicio hecho a la ligera, pero me parece tener las características adaptativas que permiten
la evolución de la especie.

Sí, superfan, porque la suya me parece la contribución de una hormiguita obrera desde
este instante fugaz que es la vida de cualquiera. Sus intervenciones me parecen un
bálsamo de sinceridad en este mundo que subvenciona la apariencia. Ya he escuchado la
entrevista al pertinaz compañero de caminatas cuesta arriba que lo acompañaba en esta
su eneava excursión al fondo de sí mismos a través del intento de ascender al Dhaulagiri.
Sin aspavientos y aún volviendo desde un cansancio infinito detalla dónde, cómo, con
quién y hasta algún por qué. Sin reproches, sin queja, sin reivindicaciones, sin heroísmo,
sin amargura, sin individualismo. Exactamente. Perfectamente. Humildemente.

Hay una parte de las declaraciones que me conmueve especialmente y es cuando habla
del riesgo en el terreno que tocaba transitar y que siempre había bajado descendiendo
asegurado en rapel por ser una pendiente muy vertical y por qué en esta ocasión fue
necesario ser una de las dos personas que lo recorrían sin asegurar, escoltando una
camilla de rescate, para que cada largo de cuerda los acercara, un poco más, a una
nueva decisión acerca de lo posible hasta ver si, en algún momento, confluían con la
altitud y terreno donde poder ser rescatados por un helicóptero. Me parece encontrar una
advertencia: ojito, que haber pasado mil veces no quiere decir que sobre la experiencia.

Así es transitar el reino de la incertidumbre. Lo recorrieron haciendo turnos donde los
relevos se producían entre un número suficiente de personas: 5 sherpas, su compañero
de cordada, dos polacos que esperaban el avión para volver a Varsobia con la cumbre en
la saca, otros dos sherpas; donde una noruega que bajaba de cumbre arrastró su
cansancio cuesta abajo para dejarles su “casa”; donde voló un piloto con su helicóptero,
donde la gente que lo esperaba al otro lado del mundo arregló para la vuelta. Lo hicieron
gente inmersa en una tarea muy peligrosa pero asumible para cada quien, afanada en
bajar con vida a una persona de 84 años,...a un amigo.

Así me gustaría caminar a mi, sembrando amor, porque bien acompañada se camina
mejor y porque, quién sabe, tal vez permita seguir caminando donde y cuando era del
todo imposible. A Carlos y cia., gracias por ensanchar el horizonte de lo que la
humanidad da de sí. Es posible que el Dhaulagiri tuviese reservado para Carlos una
recompensa mayor que la cumbre, merecida, como es posible que el común no estemos
preparados para entenderla porque sembrar amor no se considera aún “exitoso”. Pero ha
sido justamente eso, y la suerte, lo que les ha permitido a todos volver vivos desde un
lugar del que era imposible volver, para contarlo.

Aquí la entrevista:



Este blog personal es propiedad de
Adriana García

Regreso al contenido