Vaya al Contenido

HONRAR LOS DONES Y CARLOS SORIA

La tonta la loma
Publicado de en Loma tras loma · 29 Mayo 2023
En esta crisis “de edad”, que decimos ahora (de los 20, de los 30, de los 40, de los 50 y,
en este caso concreto de los 53 largos) en lugar de nombrarla crisis “vital” porque
situamos el pecado en envejecer en lugar de en dejar pasar la vida, recibo la noticia de
que Carlos Soria ha tenido un accidente en el Dhaulagiri a 7700 metros de altitud, en su
equisciento, y probablemente último, intento a esa su penúltima cumbre de 8000 metros
(que cualquiera podría haber considerado última pero él la considera penúltima porque no
estuvo en la principalísima de 1 de las 14), nos lleva al ¡Qué pena, ya no lo conseguirá
nunca!! Justo en esta ocasión que las circunstancias anunciaban la previsible victoria y
cuando hace mucho tiempo que los espónsores lo abandonaron en este deseo, porque,
mucha charla motivacional pero al bbva dejó de parecerle esponsorizable hace algunos
intentos un modo de actuar discreto y honesto que no consigue cumbre, cuando es claro
que mejores medios aumentan las posibilidades.

Para mi es un ejemplo de escribir cierto en la vida, de llegar hasta donde pudo llegar
desde su sentir y con el sentir de los otros. Lo de estar hecho un berraco a los 84 es una
nadería que me voy a saltar, pero que haya gente que quiera ir a esas contigo y gente que
te ayude a volver en esas circunstancias porque siempre has manifestado que la cumbre
es “volver bien a casa”, teniendo que ser arrastrado sobre un mono de plumas y una
precaria camilla hecha con un trozo de plástico desde los 7700 hasta los 6600 metros,
con una pierna rota y una prótesis de rodilla... ¿Alguien puede imaginarse cuánto más
difícil es hacer esto y resultar vivo que llegar desde ahí hasta la cumbre?

Las virtudes de Carlos Soria no son exitosas pero él honra sus dones e, indudablemente,
una de sus características es la humildad. En este, hasta hoy, su último intento de cumbre
en el Dhaulagiri, “teniendo” que ser rescatado por primera vez en su vida y conservando
todos los deditos de sus manos y sus pies, nos señala en la dirección del verdadero
objetivo, ese que cada quien define para si. Y nos muestra, también, que mientras nos
queda algo de vida y un sueño hay posibilidades.

Esta es la noticia:


Hace unos días, una amiga, que ha marcado su camino hacia el acompañamiento del
duelo desde el método LNT, (Aquí en enlace a su web
http://tudueloconsciente.es/index.html ) nos invitaba, en un acto inaugiral, a escribir
nuestro epitafio y colgarlo al viento. Se me vino a la cabeza de momento pero en tercera
persona: Adriana, honró sus dones y sembró amor. Salió en tercera persona, porque al fin
y al caVo el epitafio lo ponen quienes quedan y cuando cada quien se va permanece por
otro breve tiempo algo de lo que de esa persona fue “en relación”.

Honrar los dones, buah, menuda resposabilidad!! Considerar que pudieses decir de algo
que tienes que es un don siempre me ha parecido una inmodestia pero detrás de esa
falsa humildad se ocultaba el miedo escénico en esta obra que representamos todos. Es
evidente que la humildad no consiste en dejar de hacer. Puedo identificar momentos
puntuales de esto desde los 11 años, cuando me percaté tras hacer las pruebas de nivel
de salto de altura en la clase de gimnasia me colocaron en el grupo de quienes saltaban
mucho. No volví a hacer ningún salto que no fuese nulo, no sería buena en eso. Me he
mantenido fiel a la decisión no pasando de montañera rasa. Aún más pequeña, me
ponían dieces y dieces por repetir cosas de memoria, decidí dejar de repetir de memoria,
hasta tal punto que ya en la universidad mi falta de capacidad para repetir como un
papagayo me hacía revolverme de impotencia mientras una amiga me recordaba
mostrando ante mis ojos una ley que teníamos que memorizar “¿Hay que aprenderse
esto?, pues se aprende: son sólo papeles, papeles”. A los 14 años jugaba a ser escritora,
con mi boli atravesado en el coco, vagando entre inicios de historias en las que enseguida
me aburría del argumento, nunca me encantaron las tramas largas, para eso ya está la
vida, así que decidí que estaba incapacitada para la ficción. En la primera juventud el
pavor a descubrir que la gente se callaba para escuchar lo que yo decía pero...si yo sólo
tenía una opinión...qué terror “manipular” y fue así que decidí quedarme en “enterada de
mierda” y declinar por sistema las oportunidades de liderazgo. Y así, posiblemente, un
más largo etcétera de lo que recuerdo.

Honrar los dones me parece tan difícil como coger un gran saltamontes con los dedos
para matarlo porque se está comiendo la lavanda y se lo comen tó, teniéndolo que hacer
mi madre, ya torpona, mientras se ríe al estilo de estar pensando: mi hija la lista no sabe
que el humano en la naturaleza no es neutro, necesariamente interactúa, aunque la
ponga tan lejos que parezca que no. Vamos que esta no come carne porque no sabe que
no se puede vivir sin matar saltamontes.

Pensar en mi epitafio actual me inquieta y no encuentro consuelo en que la lluvia lave la
tinta o acabe deshaciendo el papel.

Es verdad, sólo la vida pequeña me importa. Que sea escrita a través de mí en
pluscuanminúsculas pero en primera persona, plural, pero que me de cuenta.


Este blog personal es propiedad de
Adriana García

Regreso al contenido